miércoles, 15 de mayo de 2013

Arquitectura japonesa: fusuma, shōji, amado y shitomi

La arquitectura japonesa y sus elementos singulares
En mi primer artículo dedicado a la arquitectura japonesa (para verlo clicar aquí) comenté, muy someramente, el empleo de puertas correderas en la arquitectura nipona. Hoy voy a intentar ampliar un poco el tema.

Ya expliqué que en las viviendas tradicionales japonesas escasean los muros o paredes, tanto en las separaciones entre habitaciones como incluso en las fachadas. En su lugar, a finales del siglo XV, se perfeccionó un sencillo pero muy funcional sistema de mamparas deslizantes y que podían ser de dos tipos: uno para las separaciones entre salas interiores y otro para cerrar el edificio del exterior.

Fusuma 
La puertas correderas interiores se denominan en japonés fusuma y se colocan en el hueco definido, horizontalmente, por dos pilares y, verticalmente, por el suelo y una viga-dintel.

Dependiendo del tamaño del edificio, la separación entre esos pilares contiguos puede variar entre algo menos de cuatro metros y casi el doble. Esa limitación la establece la dimensión de los árboles utilizados para formar la viga-dintel. Aunque la distancia entre columnas puede ser bastante variable (por ejemplo, los grandes templos o palacios suelen tener luces mayores que las residencias), no lo es tanto la altura a la que se colocan los dinteles. Ello es debido a dos motivos. El primero, por la imposibilidad de fabricar pilares de una sola pieza de madera de gran altura y el segundo, a que estos deben arriostrarse horizontalmente.

Con esos condicionantes, y otros más técnicos que tiene que ver con el sistema de modulación empleado en la construcción japonesa, las medidas de una hoja de fusuma oscilan entre 1,70 y 2,20 m de altura, y entre 90 y 140 cm de anchura. Los fusuma tienen las dos caras lisas y opacas, como una puerta actual.

Estructura de un fusuma 
La hoja de un fusuma se construye con los siguientes elementos. En primer lugar, se monta un marco de acuerdo con las medidas que deba tener. Solo los cabios superior e inferior tienen galces para encajar en sus respectivas guías. Simultáneamente, en ese bastidor se va encajando un entramado rectangular de listones horizontales y verticales para darle rigidez y servir de soporte a su acabado, una especie de cartón liso.

Una vez ejecutada esa estructura, se encolan sobre ella, y por ambas caras, varias capas de un papel grueso hasta obtener la dureza deseada. Finalmente, se remata todo su perímetro con unos finos listoncillos laqueados y se colocan los tiradores rehundidos.

Fusuma. Jūgetsukan, Shūgaku-in, Kioto. Foto: J. Vives.

El resultado es una hoja de superficie casi blanca, perfilada con una línea de brillante laca negra y donde resalta un tirador oscuro, generalmente circular. A menudo los fusuma se decoran con dibujos geométricos o pinturas de temas diversos. Muchas de las grandes obras del patrimonio pictórico japonés se han ejecutado sobre los fusuma de palacios y templos.

Shōji
Las puertas correderas exteriores se conocen con el nombre de shōji, y su situación y dimensiones quedan definidas por los mismos condicionantes que los fusuma, aunque su apariencia es diferente.

Los shōji son cerramientos translúcidos que no permiten ver a través de ellos, pero que filtran la luz gracias a unas hojas de papel que tiene la misma función que el vidrio en los ventanales occidentales. El movimiento de siluetas que se dibuja en los shōji cuando una persona circula cerca de ellos ha sido muy utilizado en escenas de intriga en el cine japonés.

Estructura de un shōji
Los shōji tienen una estructura similar a la de los fusuma pero, a diferencia de estos, muestran su proporcionada retícula de listoncillos. Eso es debido a que únicamente se encola una capa de papel translúcido por una de sus caras, dejando una franja inferior revestida con madera a modo de rodapie.

Shōji translúcidos. Foto: J. Vives.

En la foto anterior se aprecia que los shōji se han desplazado llevando una hoja hacia la izquierda y otra hacia la derecha. De esa manera quedan abiertas, en ambas fachadas, dos zonas cuya anchura es la de las dos hojas, las cuales quedan superpuestas sobre las que no se han movido, en este caso las de la esquina. Véase la zona inferior opaca y cómo, incluso atravesando dos shōjila luz queda primorosamente tamizada.

Shōji en Murin-an, Kioto. Foto: J. Vives

El espacio por encima del dintel de los fusuma  y shōji se puede cerrar con una celosía, con un paño ciego o incluso con unos ventanales translúcidos semejantes a estos últimos. En la foto de la izquierda se aprecian esos montantes translúcidos por encima de los shōji.

Las guías
Los fusuma shōji descansan sobre unas guías en el suelo y se encajan en otras en el dintel, ambas de una sorprendente simplicidad, pero de una ejecución tan perfecta que permite deslizar las hojas con solo un leve movimiento de la mano. Este es uno de los aspectos que ratifica el excelente oficio de los carpinteros japoneses, reconocido por especialistas de todo el planeta.

Guías en el umbral de madera. Foto: J. Vives.

Las hendiduras de las guías inferiores tienen solo unos pocos milímetros, los justos para que encajen las hojas, no se introduzca en ellas suciedad y sean fáciles de limpiar. Las superiores permiten que el fusuma mantenga la verticalidad y, además, hacen posible que pueda retirarse fácilmente si se desea. Todas deben tallarse con precisión de relojero en elementos de madera que han de ser indeformables para que las diferentes hojas se deslicen sin problemas.

Una experiencia insólita para una persona que viva en un típico edificio occidental, es la sensación de ligereza que experimenta cuando abre o cierra un fusuma o un shōji.

Importancia de los fusuma shōji
La incidencia de los fusuma y shōji en la definición del espacio en la arquitectura japonesa ha sido enorme. Desde su empleo sistemático iniciado hace más de quinientos años hasta nuestros días, esos dos tipos de particiones han otorgado a los interiores japoneses un grado de flexibilidad único que, como ya dije en otra ocasión, maravilló a los pioneros de la arquitectura moderna occidental. Este tema intentaré comentarlo otro día.

Amado
Para concluir habría que hablar de otro tipo de cerramiento exterior pensado para incrementar la protección contra la lluvia, el viento, frío, polvo o las intrusiones no deseadas. Esa función la llevan a cabo los amado, una especie de postigos colocados por la cara exterior de los shōji y correderos como ellos.

Amado cerrados. Ritsurin-kōen,Takamatsu. Foto: J. Vives.

Cuando se abren las hojas de los amado, normalmente, quedan situadas en una esquina y ocultas entre uno de los pocos muros del edificio y una mampara exterior de madera. Para bloquear las hojas al cerrarlas, por ejemplo, por la noche, disponen de pasadores metálicos o de madera que se encajan en sus guías impidiendo su apertura.

Shitomi. Palacio Imperial, Kioto. Foto: J. Vives.
 Shitomi
Los antecesores de los amado fueron los shitomi, unos cerramientos no deslizantes y divididos horizontalmente en dos partes. La superior se abatía verticalmente colgándola de unos ganchos al efecto y la inferior se mantenía fija o se desmontaba.  Para mejorar su manejabilidad, en algunos casos, se unían ambas con bisagras para permitir abatirlas plegándolas. Como puede deducirse, su manipulación resultaba más laboriosa y pesada que la de los posteriores amado. Los shitomi se emplearon en palacios y grandes mansiones durante los siglos IX al XII.

Para acceder al siguiente artículo dedicado a la arquitectura japonesa clicar en este enlace.

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