martes, 29 de julio de 2014

Arquitectura moderna japonesa: Tange Kenzō, III

La arquitectura moderna japonesa: Tange Kenzō, las primeras obras
Este es el segundo artículo de la serie consagrada a la arquitectura moderna japonesa que dedico al gran maestro Tange Kenzō y que inicié la semana pasada. Hoy veremos dos de sus primeras obras.

El Parque y Museo de la Paz de Hiroshima, 1955
Si se tuviera que indicar una fecha que marcase el definitivo despertar de la arquitectura moderna en Japón tras decenios de restricciones de todo tipo, sería 1955. Ese es el año de la inauguración del Parque de la Paz de Hiroshima, proyectado por Tange y en el que interviene como colaborador el escultor americano de padre japonés Isamu Noguchi (1904-1988).

En 1949 el ayuntamiento de Hiroshima convoca un concurso para construir un complejo que celebre la paz alcanzada en 1945 con el final de guerra. El proyecto ganador es el de Tange, quien propone un parque con un museo, un monumento conmemorativo y otro par de edificios. Un año más tarde Noguchi se incorpora al equipo de Tange. Se piensa que, dado que Noguchi es de padre japonés y madre estadounidense, su participación puede contribuir a generar un nuevo entendimiento entre ambas naciones. Ya comenté en el artículo anterior que Tange presentó su proyecto en el CIAM de 1951. Cuando se inaugura el museo en 1955 se convierte en la mayor obra construida en Japón desde el final de la contienda mundial.

Tange Kenzō: Plan del Parque de la Paz, 1949, Hiroshima.
Dibujo: Process Architecture, nº 73, 1987.

La ilustración anterior muestra la idea inicial de Tange: mantener como símbolo de Hiroshima la denominada “bóveda de la bomba-A”, una de las pocas construcciones de la zona cero que quedó parcialmente en pie. A pesar de las variaciones que fueron introduciéndose durante la ejecución del proyecto, en todo momento se consideró que ese edificio, cuyas ruinas se levantaban en la otra orilla del río y en el norte del solar, debía quedar alineado con el monumento y el museo conmemorativos, ambos situados en el extremo opuesto del parque. De esa forma se integraba visualmente en el conjunto. El monumento conmemorativo actual no se ajusta a la idea que tuvo Noguchi y que nunca se llevó a cabo. En su lugar se erigió el sencillo paraboloide que aparece en la fotografía siguiente.

Tange Kenzō: Monumento de la Paz, 1955, Hiroshima. Foto: Wikimedia Commons. 

La fotografía anterior se realizó teniendo a la espalda el edificio del museo y alineando su punto de vista con el eje del parque, marcado por un largo estanque, y el simbólico edificio en ruinas, situado en el otro margen del río y que de esa forma queda encuadrado por el monumento. 

Tange Kenzō: Museo de la Paz, 1955, Hiroshima. Foto: Process architecture, nº 73, 1987.

En la anterior fotografía, ya histórica, aparece el museo recién inaugurado. En ella se aprecia entre los pilares de su planta baja el paraboloide mencionado y, a lo lejos, la bóveda del edificio semiderruido. Resulta muy interesante comparar el desolado entorno que muestra esa foto, cuando el parque estaba todavía sin construir, con el de la siguiente realizada en el año 2009 desde casi el mismo punto de vista.

Tange Kenzō: Museo de la Paz, 1955, Hiroshima. Foto: Wikimedia Commons. 

El sencillo edificio de Tange se levanta sobre pilares dejando libre la planta baja para permitir que cuando nos aproximamos a su acceso podamos vislumbrar el cenotafio en forma paraboloide que encuadra los inconfundibles restos del edificio situado en el otro margen del río. Esa solución es un buen empleo de la teoría de la planta libre propugnada por Le Corbusier, a quien Tange conoció a través de su mentor Maekawa. Las dos fachadas longitudinales se cierran con unos parasoles verticales que también deben mucho al credo del arquitecto suizo.

La participación de Noguchi en el proyecto de Tange tuvo muchos vaivenes. Inicialmente el escultor propuso al arquitecto levantar un campanario, pero cuando este le preguntó si le interesaría diseñar las barandillas de los dos puentes que debían atravesar el parque a pocos metros del museo, Noguchi aceptó encantado la nueva propuesta.

Isamu Noguchi: barandilla del puente de la orilla este, 1953, Hiroshima. Foto: Wikipedia Commons.

La idea de Noguchi era que las barandillas de cada puente simbolizaran la vida y la muerte respectivamente. El situado en la orilla este, lo denominó Tsukuru (construir) en alusión a la vida, y su grueso pasamanos de hormigón se eleva hacia el cielo para quedar rematado por una semiesfera a modo de símbolo del Sol naciente. Es el que muestra la anterior fotografía.

Como contrapunto, el puente situado en el margen oeste lo nombró Yuku (partida), en referencia a la muerte, y su barandilla se empotra materialmente en el suelo. Como ya he comentado, Noguchi también diseñó un monumento que nunca se construyó por discrepancias varias. En su lugar se levanta el paraboloide mencionado.

El ayuntamiento de Tokio, 1957
Tras el parque de Hiroshima, Tange recibió el encargo de proyectar el edificio para el ayuntamiento de Tokio, una obra de 1957 en la que ya pudo emplear el acero, un material hasta entonces apenas utilizado en la construcción japonesa dada la prioridad que se daba a su uso industrial.

En esa ocasión, Tange se valió de una estructura mixta: por un lado de hormigón armado para el núcleo central donde se alojaban las escaleras, ascensores y servicios, y por otro de pilares metálicos situados en las fachadas, los cuales gracias a su esbeltez permitían hacerlas más transparentes.

Tange Kenzō: Ayuntamiento de Tokio, 1957, derribado. Planta baja y entrepanta.
Dibujo en Alfred Altherr: Three japanese architects/Drei Japanische architekten: Maekawa, Tange, SakakuraVerlag Arthur Niggli, 1968.

En la ilustración anterior se aprecia el núcleo central donde se alojan los accesos y servicios del bloque. Construido todo él en hormigón armado, es el elemento que otorga la suficiente rigidez al edificio frente a los terremotos. Los pilares de fachada son de hormigón solo en las dos plantas inferiores y se transforman en metálicos en las superiores, como se aprecia en la fotografía siguiente.

Tange Kenzō: Ayuntamiento de Tokio, 1957, derribado. 
Foto en Alfred Altherr: Three japanese architects/Drei Japanische architekten: Maekawa, Tange, Sakakura. Verlag Arthur Niggli, 1968.

Pero Tange no echó mano de la transparencia de su muro cortina de vidrio de manera indiscriminada, sino que, consciente de la fuerte insolación estival en Tokio, lo retrasó creando una especie de balcón corrido con divisiones verticales que lo protegía de la radiación directa del Sol. El arquitecto japonés no había olvidado las enseñanzas de la arquitectura tradicional de su país, cuyos grandes voladizos y galerías perimetrales precisamente tenían esa misma función.

Tange: Ayuntamiento de Tokio, 1957, derribado. Foto: J. Vives.

En ese edificio de gran escala, Tange jugó por primera vez con la separación de circulaciones, un tema que se había dedicado a estudiar en profundidad en el departamento de la universidad que dirigía. Lo que hizo en su obra fue desplazar el tránsito de los coches a un nivel inferior, mientras que las personas accedían al edificio por una entreplanta. 

Tange Kenzō: Ayuntamiento de Tokio, 1957, derribado. 
Foto en Alfred Altherr: Three japanese architects/Drei Japanische architekten: 
Maekawa, Tange, Sakakura. Verlag Arthur Niggli, 1968

En la fotografía anterior se puede ver cómo la doble altura del vestíbulo queda plenamente justificada por ese acceso a dos niveles independientes para coches y peatones. Finalmente, en las zonas públicas del edificio, Tange jugó con decisión con la gran dimensión de los pilares y la textura del hormigón visto, una posibilidad que permite ese material moldeable y que sin duda había descubierto en los años que estuvo trabajando en el despacho de Maekawa.

Ese edificio se derribó a principios de los años noventa del siglo XX, cuando se inauguró el nuevo ayuntamiento de Tokio también proyectado por Tange y que comentaré en su momento. En el solar que dejó libre se levanta hoy el espectacular Forum Internacional de Tokio del argentino Rafael Viñoly.

La semana próxima comentaré extensamente una de las obras más valoradas de la carrrera de Tange. ¿Cuál será?

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