martes, 27 de mayo de 2014

Pintura japonesa: la yamato-e, I

La pintura japonesa de estilo yamato en el periodo Kamakura
Inicio hoy una serie de cinco artículos sobre pintura japonesa que he titulado yamato-e, es decir, pintura yamato, un término que precisa alguna aclaración.

Suele considerarse que la verdadera pintura japonesa nació cuando, al menos en parte, se desligó de las modas continentales que provenían de China. Ese fue el momento en el que se empezó a utilizar el término yamato-e, un vocablo que se encuentra frecuentemente en muchos textos sin explicar suficientemente su significado y que también aparece como “pintura de estilo yamato” o simplemente “pintura yamato”. Si bien ya hablé de ella en un anterior artículo dedicado a la pintura del periodo Heian (794-1185), el que precede al que hoy dedico esta serie, el Kamakura (1185-1333), voy a hacerlo de nuevo con otras palabras.

Yamato era el nombre por el que se designaba a una región situada en lo que hoy es la prefectura de Nara y alrededores, aunque, por extensión, al mencionar Yamato se estaba aludiendo a Japón como país. Por consiguiente, cuando se hablaba de pintura yamato se quería indicar que era una pintura “japonesa”, es decir, indígena y diferente de la que seguía los modelos chinos. Todo eso se gestó a partir del periodo Heian.

Los temas que imperaban en la pintura japonesa de esa época eran fundamentalmente chinos, ya fueran retratos de sabios, representaciones de leyendas, ilustraciones de poemas o temas de la religión budista, todos ellos siempre ambientados en el gran país continental. Sin embargo, la manera de abordarlos empezaba ya a distanciarse de los modelos continentales.

A partir de ese momento, el calificativo de yamato se aplicó a un cierto tipo de pintura que o bien trataba temas de la tradición japonesa o bien su técnica pictórica o forma de representarlos eran diferentes de la china.

Esa distinción entre lo japonés y lo foráneo, que en el caso de la yamato-e se refería a China, curiosamente se repitió a finales del siglo XIX cuando se acuñó el término nihon-ga, es decir, “pintura japonesa”, para esa vez diferenciarla de la que se ejecutaba siguiendo técnica o estilo occidentales. Pero de esto hablaré en otra ocasión.

Un concepto algo restringido de yamato-e considera que uno de sus rasgos distintivos es la amplia aplicación del color. Seguramente eso es debido al predominio que en cierta época tuvieron las pinturas monocromas, es decir solo de tinta china, a las que también dedicaré una serie más adelante. Sin embargo, algunas de las obras que comentaré en esta serie se realizaron solo con tinta china, sin pigmento alguno, lo cual no ha sido óbice para que muchos expertos las hayan calificado como yamato-e, es decir, pintura japonesa, en contraposición a la pintura china o kara-e.

Una de las primeras muestras de la yamato-e fue el Genji monogatari emaki, una obra de tema y estilo cien por cien japoneses que ya comenté en este artículo. La fotografía siguiente es de una lámina de esa obra que no incluí en esa entrada. 

El Genji monogatari emaki, capítulo Azuma-ya
Museo Tokugawa, Nagoya. Foto: Wikimedia Commons.

Aunque el término yamato se aplica a cualquier obra ejecutada sobre papel, seda, biombos o puertas correderas, la gran mayoría de las que han llegado a nuestros días son pinturas en rollo. Existe una explicación para eso. Debido a las guerras e incendios, muy pocos edificios anteriores al siglo XI han llegado hasta nuestros días. De dos de ellos hablé en los artículos dedicados al Byōdō-in y a Hōryū-ji.

Pues bien, resulta que un biombo de tamaño medio o cualquier tipo de panel o puerta corredera con una pintura resultaban difíciles de acarrear para salvarlos de un incendio. Sin embargo, no lo era una pintura en rollo guardada en su caja. De ahí el gran número de obras de ese tipo que se han conservado.

El emakimono en el periodo Kamakura (1185-1333)
Con este artículo inicio una serie en la que hablaré de nuevo del emakimono. Recordemos que ese vocablo se refiere a las obras realizadas sobre un rollo de papel de varios metros de longitud. Aunque existen emakimono que son solo narraciones caligrafiadas, en estos artículos voy a hablar únicamente de los formados por pinturas o dibujos y de los que intercalan textos entre ellos.

Permítaseme hacer notar que cuando he dicho que hay emakimono formados solo por texto, sin ilustración alguna, no debemos pensar que son únicamente relatos, es decir lo que en Occidente llamaríamos obras literarias, sino que dadas las particularidades de la caligrafía japonesa y también de las especialísimas características del papel utilizado, mucho más que un simple soporte neutro, no pocos emakimono pueden y deben considerarse una verdadera obra plástica. Este es otro tema que deberé abordar algún día.

Como estaba diciendo, ya comenté ese tipo de formato en un par de artículos anteriores a modo de introducción, el 2 de mayo y el 4 del mismo mes de 2013, y de nuevo cuando hablé de dos obras maestras, el Genji monogatari emaki y el Heiji monogatari emaki. Con la entrada de hoy, comienzo una serie dedicada a la pintura en rollo de los siglos XII y XIII. Debo decir que si bien esos fueron los años en que se realizaron más obras de ese tipo, los artistas japoneses siguieron utilizando ese formato hasta bien avanzado el XX.

El Chōjū-jinbutsu-giga emaki
La primera obra que he elegido para esta serie es el Chōjū-jinbutsu-giga emaki, o Rollo de caricaturas de hombres y animales, aunque muchas veces se cita solo como Caricaturas de animales. Sus datos son los siguientes:

Título: Chōjū-jinbutsu-giga emaki
Autor: desconocido
Medio: tinta sobre papel
Fecha ejecución: segunda mitad del siglo XII.
Dos rollos conservados en el Museo Nacional de Kioto.
Medidas del primer rollo 30x1100 cm.

Existen otros dos rollos custodiados en el Museo Nacional de Tokio, cuya fecha es algo posterior, principios del siglo XIII.

Parte de la obra se ha atribuido a un ilustrado monje budista, Toba Sōjō (1053-1140). Sin embargo, no existe acuerdo en ese punto, entre otros motivos por no cuadrar su periplo vital con la supuesta datación de la pintura, también algo inconcreta.

Comparación con el Genji monogatari emaki
Al ser esta obra sensiblemente coetánea con el Genji monogatari emaki resulta muy interesante comparar sus características.

El Genji monogatari emaki está formado por láminas independientes entre las que se intercalan otras con un texto caligrafiado como comentario a cada escena representada. El Chōjū-jinbutsu-giga emaki es un rollo (en realidad cuatro independientes) de narración continua sin interrupción en sus escenas y sin intercalados caligráficos.

Detalle del primer rollo del Chōjū-jinbutsu-giga emaki. 

El Genji monogatari emaki es una obra polícroma donde el color es de primordial importancia. El Chōjū-jinbutsu-giga emaki es totalmente monocroma, realizada solo con tinta china. En el Genji monogatari emaki dominan las masas de color. En el Chōjū-jinbutsu-giga emaki, los trazos lineales.

En el Genji monogatari emaki la arquitectura crea el entorno para las diferentes escenas. En el Chōjū-jinbutsu-giga emaki la narración pictórica se desarrolla en la naturaleza, al aire libre, y esta no se trata como un fondo paisajístico, sino que actúa como referencia que sitúa la acción.

El Genji monogatari emaki muestra unos refinados e impersonales aristócratas. En el Chōjū-jinbutsu-giga emaki, los protagonistas son casi exclusivamente animales, (en el tercer rollo aparecen algunas personas), aunque eso sí, ejecutando acciones muy humanas, de ahí su título.

Como este artículo ya empieza a ser bastante extenso, he decidido dejar para la semana próxima el comentar ya en concreto las características del Chōjū-jinbutsu-giga emaki y, sobre todo, ver su primer rollo completo. Así pues, hasta entonces.

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